“¿Por qué me duele tanto la cabeza?”, “últimamente, todo lo que como me sienta mal”, “tengo la espalda llena de contracturas”…
Estamos acostumbrados a escuchar estas quejas a nuestro alrededor. Vivimos en una cultura en la que se atiende al dolor o a las molestias físicas, y por eso, ésta es la forma que utiliza nuestro cuerpo para avisarnos de que algo no anda bien con nuestras emociones o con nuestra salud mental, donde nos cuesta mucho más poner el foco de atención.
Así, cuando notamos los síntomas que nuestro cuerpo nos envía para que le escuchemos, solemos empeñarnos en ponerles solución directamente, sin parar a intentar entender de dónde viene todo eso que sentimos a nivel físico. Y este es un problema mayor, ya que, no solo tendemos a relacionamos con nuestro cuerpo únicamente desde lo físico, sino también tendemos a desear eliminar cualquier sensación desagradable que sintamos.
Piensa por un momento: si te rompes una pierna, ¿te bastaría con dejar de sentir el dolor?
Nuestra salud física está directamente relacionada con la mental, y viceversa; y por eso, ambas se influyen mutuamente. Somatizar implica experimentar síntomas físicos que, más allá de poder ser explicados a nivel orgánico, tienen un origen emocional. A las enfermedades que tienen este origen se las denomina también “enfermedades psicosomáticas”.
Como decíamos al principio, vivimos en una sociedad en la que nos cuesta estar conectados con nuestras emociones (y esto no siempre significa que no las sintamos). Por ello, nuestras emociones se expresan a través de lo físico, como si trataran de traducirse al idioma que sí sabemos entender.
¿Cuáles son las somatizaciones más comunes?
- Dolor de cabeza
- Tensión y dolor muscular
- Bruxismo
- Alteraciones en la piel: eczemas, dermatitis, picores…
- Molestias digestivas
- Alteraciones en la menstruación en mujeres
- Disminución del deseo sexual
- Insomnio y/o cansancio
- Problemas de memoria
- Mareos, convulsiones, temblores…
- Dolor en el pecho
- …
¿Cómo podemos curar la somatización?
Como ya hemos dicho, nuestra salud física y nuestra salud mental son parte de una misma cosa. Así, cuidando de una de ellas, también estaremos beneficiando a la otra (y descuidando una, descuidamos la otra).
Sin embargo, ya hemos visto que tendemos a tratar de eliminar todas aquellas sensaciones desagradables que sentimos, y esto no solucionará nada. Si nos centramos en eliminar una molestia, en lugar de entender de dónde viene, conseguiremos el efecto contrario: nuestro cuerpo seguirá pidiendo que le escuchemos por otras vías, y generará otros síntomas (que cada vez, seguramente, serán peores).
Por eso, lo importante es que aprendamos a relacionarnos con nuestras sensaciones, prestando atención a lo que está pasando dentro de nosotros:
- “¿cómo estoy?
- ¿noto alguna molestia o tensión a nivel físico?
- ¿dónde lo noto?
- ¿desde cuándo creo que estoy sintiendo esto?
- ¿puede estar relacionado con la forma en la que me siento?
- ¿qué estoy viviendo que pueda estar afectándome?”
Si entramos en contacto con nuestro cuerpo y revisamos lo que nos dice, aprenderemos también a gestionar mejor nuestras emociones.
¿Podemos evitar somatizar?
Teniendo en cuenta que todas las emociones tienen siempre un componente físico, por lo que se expresan y las sentimos a través de cambios en nuestro cuerpo, es imposible dejar de somatizar. Pero esto no es un problema. El problema viene cuando no hacemos caso a lo que sentimos y nuestro cuerpo, nos grita para que le escuchemos, porque ya no puede más. Así, estos síntomas se cronifican y se convierten en enfermedades: colon irritable, dolor crónico, fibromialgia, fatiga crónica, etc.
Lo ideal, como siempre, sería poder atender el problema antes de que sea demasiado grave, pudiendo desarrollar una mayor atención y conciencia sobre nuestro cuerpo con trabajo personal y ayuda terapéutica.
Lo importante, en todo caso, es que recordemos que podemos pedir ayuda en cualquier punto: para aprender a gestionar mejor nuestras emociones y tener un mayor grado de conciencia corporal, y/o para lidiar con un grado de somatización alto, que esté generando interferencia en nuestro día a día.