El ser humano es un ser social por naturaleza, y esto conlleva que se entablen lazos íntimos entre unos y otros. Desde la adolescencia, la mayoría, comenzamos a vivir nuestras primeras relaciones de pareja, y no es raro, que también entonces comience a experimentarse el sufrimiento cuando éstas se acaban.
Todos y todas hemos sufrido por amor en algún momento, en mayor o menor medida.
Una ruptura de pareja puede convertirse en un proceso muy estresante y complejo a nivel psicológico. Ésta puede llegar a sentirse, a veces, como una pérdida incluso más dolorosa y difícil de elaborar que la muerte de un ser querido; en este caso, tenemos que continuar con nuestra vida, sabiendo que nuestra ex-pareja también lo hará con la suya, teniendo que enfrentarnos a situaciones que pueden ser muy difíciles de asimilar: encontrarnos acompañados de parejas nuevas, o cuando no esperamos vernos en algún lugar nuevo, etc. Por eso, también podemos hablar del proceso de duelo que se da en las rupturas amorosas.
A pesar de lo que se dice o se piensa, el dolor que atravesemos no dependerá de cuánto haya durado la relación, de quién haya tomado la decisión de terminarla, ni de las características de la propia relación; es más, en relación a esto último, es habitual que las relaciones más tóxicas sean las que más dolor generan también al finalizar, ya que la dinámica que se ha generado, ha hecho que nos acostumbremos a esa inestabilidad, y sentiremos esa ruptura como un capítulo más de tantos, dentro de esa relación tortuosa. Cualquier ruptura es un proceso difícil, pero con el paso del tiempo y tomando distancia emocional, tomando las riendas del proceso emocional que se desarrolla durante y después, conseguiremos mitigar este sufrimiento y obtener un aprendizaje constructivo de todo esto.
A continuación, veremos 8 pautas que pueden ayudarnos a vivir de una forma más funcional y adaptativa, un proceso que, aunque duela, podemos elegir llevarlo con más o menos sufrimiento.
- Permítete estar triste:
Como cualquier otra emoción, la tristeza es necesaria y nos ayuda a adaptarnos y a funcionar acorde a los acontecimientos; nos ayuda a ser conscientes de la pérdida.
Además, disminuye nuestro nivel funcional, para que podamos permitirnos parar y reflexionar sobre nuestra situación, centrando la atención en nosotros mismos. Si realizamos una buena labor de introspección, podemos hacer un análisis y sacar alguna conclusión constructiva. Además, la tristeza es una emoción que facilita el apoyo y el contacto social, ya que, cuando sabemos o percibimos que alguien está triste, tendemos a acercarnos para cuidar, reforzando así los vínculos sociales.
- Mantente activo/a:
A pesar de que es necesario parar para pensar, también es importante no dedicarnos única y exclusivamente a esto, ya que podemos entrar en círculos viciosos. Como hemos comentado, la tristeza es una emoción que disminuye nuestro nivel funcional, por lo que, si pensamos constantemente en lo que ha pasado, cada vez sentiremos más tristeza, y a su vez, tendremos menos ganas de hacer cosas. Es importante que encontremos el equilibrio, teniendo tiempo para ambas.
- Rodéate de amigos/as:
Al romper una relación, habitualmente, sentimos que también hemos perdido una amistad. Muchas veces, las parejas tienden a aislarse, perdiendo el contacto con amistades de toda la vida, y no entablando nuevas relaciones. Esto es un error, porque es necesario que cada uno/a tenga su espacio, y que podamos nutrirnos de diferentes personas para tener una vida más completa. En el caso de que sientas que no tienes nadie con quien contar, piensa en formas de conocer gente nueva para abrir tus círculos: practica actividades en grupo o apúntate clases de algo que te interese, acude al gimnasio, propón alguna salida a tus compañeros después del trabajo… Y si ya tienes un grupo de amigos/as con el que contar, aprovecha para pasar más tiempo de calidad con ellos/as, y déjate cuidar.
- No idolatres:
Es muy frecuente que, cuando una relación se acaba, sólo seamos capaces de ver todo lo bueno que nos aportaba esa persona y/o esa relación. Pero seamos realistas: si se ha acabado es porque no todo era tan positivo. Seguramente, hubo problemas a lo largo de la relación, o en la última etapa de ésta, que no nos permitían disfrutar; también es posible que hayamos dejado la relación porque una de las dos partes (o ambas), ya no siente lo mismo que antes, y esto también es un problema; puede que haya aparecido una tercera persona, puede que los problemas sean totalmente externos a la pareja… pero cualquiera de éstos, sea cual sea, ha hecho que se tome la decisión de terminar con la relación, y no podemos tirar por tierra esto. No podemos pensar que todo era tan perfecto.
- No odies:
De la misma forma que no podemos pensar que todo era positivo y/o perfecto, tampoco podemos creer que todo es negativo. Si hemos elegido pasar un tiempo de nuestra vida con esa persona, es porque, en algún momento, hemos valorado que merecía la pena hacerlo así. Aunque ahora, desde fuera y desde otra perspectiva, podamos sentir que nos equivocamos, tomamos la mejor decisión que creímos que podíamos tomar en aquel momento. Además de no respetarnos al pensar así, si nos dejamos llevar por la rabia o el odio, nos estaremos obligando a sentir emociones negativas que no nos van a ayudar a elaborar el duelo de una forma positiva, sino que nos limitarán y dificultarán el proceso.
- Piensa en ti:
A menudo, sentimos la necesidad de cuidar a la otra persona, ya que seguimos sintiendo ese vínculo, aunque ya no exista. No nos damos cuenta de que pensamos continuamente en cómo estará esa persona, si se estará cuidando, si estará pasándolo tan mal como nosotros/as… y este tipo de pensamientos, nos impiden romper el vínculo emocional que necesitamos romper para aceptar la ruptura. Éste es el momento de que pienses en ti, de que recuperes tu independencia y de que te reconstruyas como persona. Necesitas centrarte en ti, pasar tiempo contigo mismo y reconocerte tras la pérdida.
- Intenta ser comprensivo y respetuoso:
Es posible que, a pesar de haber terminado con esa persona, tengamos que seguir relacionándonos con ella para arreglar temas que quedaron inconclusos: familia, hijos, hogar, mascotas, reparto de pertenencias… Es habitual que estos contactos supongan un estrés añadido a la situación, y que desencadenen en discusiones y peleas innecesarias. Por supuesto, has de pensar en ti, en tus necesidades e intereses; pero es importante que no te dejes llevar por la rabia o la frustración, y que mantengas una actitud de respeto y comprensión hacia el otro. No será una situación fácil para ninguno de los dos, así que, ¿por qué hacerlo aún más complicado?
- Intenta verlo como oportunidad y no como un drama:
Como ya hemos comentado, cualquier ruptura es complicada y conlleva un dolor asociado difícil de evitar; pero si en lugar de verlo como una pérdida absoluta, tratamos de visualizarlo como una nueva oportunidad para hacer de nuestra vida lo que nosotros queramos, ser felices y aprender de todo lo vivido, estaremos minimizando en gran medida el sufrimiento, y haremos de este proceso algo mucho más fácil.