
¿Alguna vez has escrito en Google «música relajante» o «música animada»? ¿Has buscado cine o teatro en base a la emoción que te apetecía sentir? Por ejemplo, la comedia, si necesitabas reír, películas románticas, o thriller, si necesitabas sentir ese tipo de emociones. ¿Has escrito alguna vez sobre algo de lo que te costaba hablar? En este artículo, verás cómo utilizar el arte para regular tus emociones.
Antes de empezar, debemos comprender dos conceptos opuestos: la percepción y la proyección. La percepción, es la capacidad de recoger información de la realidad externa a través de nuestros sentidos. En el caso de la proyección, es la realidad interna de la persona la que se libera al exterior. Es fácil confundir y filtrar nuestras percepciones del entorno a través de las proyecciones internas, mezclando, así, ambas realidades.
El autoconocimiento o la empatía son términos que utilizamos a menudo en psicología pero, ¿conoces cómo sientes? ¿Identificas cómo sienten los demás?
Siguiendo el modelo de Inteligencia Emocional de Mayer y Salovey, la primera fase es la percepción emocional; aparece cuando nuestros órganos receptores se activan ante la llegada de una emoción. Aquí empiezan dos procesos:
- La percepción de las propias emociones.
- La percepción de las emociones en los demás.
¿Cómo nos puede ayudar el arte en esta primera fase?
Si buscamos pinturas como «Saturno devorando a su hijo» de Goya, podemos percibir las emociones del artista. Cuando escuchamos a un cantaor flamenco, somos también capaces de percibir el dolor de quien creó el tema, y el de quien lo interpreta. El artista está proyectando sus emociones, y nosotros, estamos percibiéndolas. Un ejemplo de trabajo emocional a través del cine para esta primera fase, podría ser el de identificar emociones en un personaje que nos guste, y buscar después de qué forma percibimos en nosotros mismos esas emociones.
La siguiente fase de la inteligencia emocional es la facilitación emocional; se trata de abrirle la puerta de nuestros sentidos a la emoción que está llamando para entrar. Cuando sentimos tristeza y escuchamos una balada, potenciamos que la emoción se exprese en nuestro cuerpo. ¿Has escuchado alguna vez a alguien decir: “me cuesta mucho llorar” o “tengo mal cuerpo por los nervios”? En estas frases, se puede ver que a la emoción que está siendo percibida, no se le permite salir ni expresarse. Utilizando la danza para el trabajo emocional podríamos dejar mover al cuerpo libremente hasta ver qué busca expresar, qué necesita liberar para sentir que es escuchado por nosotros.
¿Cómo terminar de entender cómo me siento? La tercera fase es la comprensión emocional, que ocurre cuando reconocemos lo que estamos sintiendo, cuando estamos preparados para ponerle palabras. Aquí, el arte puede ayudarnos a expresar lo que emocionalmente nos está ocurriendo. Hemos percibido, facilitado y, ahora, comprendido lo que nos ocurre. ¿Qué formas de arte se te ocurren para facilitar o comprender tus emociones o las emociones ajenas? Continuamos dándote herramientas de gestión emocional a través del arte: por ejemplo, al observar a los autores de obras teatrales, además de las intervenciones de los personajes, escriben las connotaciones emocionales que se necesitan proyectar. Representar una obra de teatro, requiere de la comprensión emocional del personaje, para proyectar su estado emocional. Además, al verla, también requerimos de la comprensión del personaje, para empatizar y percibir sus emociones.
Por último, la fase que probablemente más escuchamos cuando oímos hablar de Inteligencia Emocional, es la de regulación emocional: conseguir regular nuestras emociones, es uno de los objetivos que más se piden cuando se empieza un proceso terapéutico.
La escritura, el baile o el dibujo, son formas de regulación emocional; será la proyección, mediante ejercicios de introspección que, nos permitirá sacar al exterior, esas emociones que necesitan salir.
¿Necesitas aprender a regular tus emociones? Puedes ponerte en contacto con nosotros a través de los comentarios, teléfono o correo electrónico, y estaremos encantados de ayudarte.
“Una tarde iba por un sendero. A un lado quedaba la ciudad, y a mis pies, el fiordo. Me sentía cansado y enfermo. Me detuve y miré al lado del fiordo. El sol estaba poniéndose, las nubes eran rojas como la sangre. Sentí un grito que atravesaba la naturaleza. Pinté este cuadro, pinté las nubes como si fueran sangre. Los colores gritaban. Así nació El Grito”
Edvard Much