Las relaciones interpersonales y sentimentales han ido evolucionando acorde a las nuevas costumbres y necesidades de nuestra sociedad. En estos últimos años, cada vez, más personas están dejando a un lado el modelo tradicional de relación, originando así nuevas maneras de vivir, siendo la soltería, por supuesto, una opción más.
Esto está afectando a las normas sociales impuestas tradicionalmente, dando un mayor valor a la individualidad del sujeto, a sus metas vitales y profesionales. Este nuevo fenómeno va en contra de lo establecido, ya que, culturalmente, se ha vinculado el hecho de tener pareja con un mayor nivel de felicidad e incluso, un mejor estatus social.
Esto se debe al efecto halo, según el cual, el ser humano relaciona tener pareja con el éxito, asociando de manera inconsciente, que, si se es exitoso en un área importante, también se será en el resto.
Acorde a todo esto, está surgiendo un nuevo miedo: el temor al compromiso. Son muchas las personas que actualmente no quieren formar una pareja, siendo ésta, una decisión tan legítima como cualquier otra, pero, ¿de dónde surge este sentimiento?
¿Qué es la Filofobia?
En primer lugar, me gustaría definir lo que es una fobia: se trata de un tipo de trastorno de ansiedad, en el que existe un alto nivel de miedo y estrés. Este miedo suele ser irracional, y surge tras la exposición a un estímulo fóbico (persona, animal, objeto, situación…). Existen tantos tipos de fobias, como posibles temores en el ser humano; a continuación nos vamos a centrar en la filofobia.
La filofobia se puede definir como el miedo al amor, pero ¿qué significa esto? Las personas que la padecen, sienten un gran temor ante la idea de comprometerse, mostrando altos niveles de ansiedad cuando se ven involucrados en una relación.
Al igual que en el resto de fobias, la principal respuesta es la de huida: la persona se muestra más distante de quienes muestran una mayor demanda de compromiso. Esta sintomatología puede verse involucrada en otro tipo de relaciones, llegando a aislarnos incluso de personas ajenas a las relaciones sentimentales, como: compañeros de trabajo, familia, amigos, etc.
¿Cuál es el origen?
Los trastornos fóbicos pueden tener diferentes orígenes, siendo el desencadenante más común, un evento traumático que ha marcado nuestra experiencia vital. Aunque esto no es obligatorio, pudiendo ser la propia rumiación y la anticipación al estímulo la que lo origina. En este caso, el origen de la filofobia suele verse relacionado con una relación donde hubo una gran vinculación emocional y se dio una ruptura muy dolorosa, pudiendo ser esta, una relación de pareja o, incluso, la relación con la figura de apego.
Principalmente, el motor que mueve a las personas fóbicas es el de la evitación del sufrimiento. Éstas consideran que, si se involucran emocionalmente con alguien, sufrirán. Esto se ve también relacionado con el miedo al rechazo, y el autoconcepto negativo; si no nos abrimos emocionalmente, ni nos mostramos tal y como somos, nadie podrá hacernos daño.
¿Cómo tratarla?
Al igual que el resto de fobias, se puede tratar, siendo el objetivo, la reducción del malestar ante el estímulo fóbico, hasta su extinción. Esto se consigue mediante el trabajo en el empoderamiento de la persona, para ir, poco a poco, comprendiendo que puede enfrentarse al estímulo fóbico y que tiene las herramientas para poder hacerlo; es decir, elaborar un plan detallado donde el paso final sea la exposición al estímulo.
Para ello, en primer lugar, se ha de normalizar y aceptar este fenómeno, abriéndonos a nuestros sentimientos, poniéndoles nombre, identificándolos y mostrando un autodiálogo interno más sano. En relación a esto, cabe destacar que, también se ve alterado el autoconcepto, ya que, si tenemos miedo de que al mostrarnos nos puedan hacer daños, es porque, de manera inconsciente, pensamos que hay algo erróneo en nosotros y que no merecemos ser queridos.
Otro aspecto importante, es comprender de dónde surge esta fobia, identificar si hay una relación que ha causado dolor y completar el ciclo de duelo para poder cerrar las heridas emocionales. Para ello, hay que verbalizarlo y permitirnos sentir lo que sentimos; del mismo modo, no podemos martirizarnos por no haber podido superarlo antes, ya que ahora no somos la misma persona que antes.
Ahora hemos vivido nuevas experiencias y estas nos han aportado herramientas para poder superar las situaciones venideras.
Todo este proceso puede remover recuerdos y emociones, ya que afloran muchos sentimientos y se profundiza en nuestra personalidad; debido a la complejidad de la fobia, es conveniente realizarlo acompañado de un profesional.