Tras el primer caso de COVID-19 en España, hace 10 meses, se han instaurado muchas medidas que están provocando un cambio en nuestra sociedad a un ritmo acelerado, dejando a un lado el mundo que conocíamos, apareciéndose ante nosotros, como un completo desconocido. Esto está afectando a nuestro modo de vida, cambiando nuestras rutinas y alterando nuestro estado de ánimo.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud informa de que está creciendo el número de personas que experimentan sensaciones desagradables, problemas de sueño, ansiedad y miedo ante esta situación. Este cúmulo de sensaciones está adquiriendo un nombre propio: Fatiga Pandémica.
Esta se caracteriza por un sentimiento continuado de agotamiento, indefensión, falta de motivación y apatía, lo cual desemboca en somatizaciones, mayor percepción de situaciones negativas, altos niveles de ansiedad, etc. Esta situación está llegando por sorpresa, dejando en la población un sentimiento de incertidumbre y no terminan de entender por qué se sienten así.
Estas nuevas emociones que están surgiendo, también pueden ser consideradas como un duelo hacia el estilo de vida anterior a la pandemia. El duelo se tiene asociado al proceso que se vive tras la muerte de una persona cercana; este sigue unas fases que, aunque lo más común sea seguir el orden establecido, no siempre siguen una lógica secuencial, sino que se puede pasar de una a otra sin seguir un orden específico, e incluso, pasar varias veces por alguna de ellas. Son las siguientes:
- Negación: en muchos casos, suele ser la primera. Cuando sufrimos una pérdida, al principio suele surgir un sentimiento de que la situación vivida es irreal, no podemos creer lo que nos está ocurriendo. Esto se puede ver representado en dos variantes: negación absoluta o resta de importancia.
- Ira: tras el sentimiento de irrealidad, cuando se comprende la situación, la primera emoción que suele surgir es la de la ira. No se comprende cómo puede haber ocurrido la pérdida. Se ve representado en situaciones que antes no provocaban esta emoción, y ahora sí; o de un sentimiento general de no comprender, y sentir frustración.
- Negociación: en esta fase se conecta con la realidad entendiendo y comprendiendo la pérdida. Nuestra energía está enfocada en la búsqueda de soluciones. El problema es, que en la mayoría de ocasiones, ya no existe solución, por lo que es un proceso de mucho desgaste y sentimiento de culpabilidad.
- Depresión: cuando surge la emoción de tristeza, es porque ya se está conectando completamente con la pérdida. En esta, se “cae en la cuenta” de lo ocurrido y el impacto emocional es muy grande.
- Aceptación: este es el momento en el que se acepta la pérdida y se asume que es parte del proceso de vivir. Esto no significa que no se piense en ello, pero cuando se hace, ya es desde otra perspectiva.
Asimismo, se ha demostrado que estas fases se pueden vivir sin que exista una muerte; es decir, también puede surgir debido a la pérdida de aspectos importantes en nuestra vida, como un despido o el hecho de abandonar una casa y mudarse a otra, una ruptura de pareja…
Por ello, actualmente, muchas de las personas que se identifican con la Fatiga Pandémica, pueden estar viviendo un proceso de duelo.
A pesar de comprender y ponerle nombre al origen de la fatiga pandémica, es necesario seguir unas pautas para poder intentar disminuir este malestar. La universidad de California, en Los Ángeles, aconseja seguir las siguientes, para intentar prevenir y contrarrestar los efectos de la Fatiga Pandémica:
- Autocuidado físico: en situaciones de estrés, las personas actúan de manera distinta, basándose en su historia de aprendizaje; sin embargo, un aspecto común a todos ellos, suele ser el descuido del autocuidado, ya que no se le da la importancia que merece. Es necesario, para afrontar estas nuevas sensaciones, tener un estilo de vida saludable: respetar las horas y la calidad del sueño, mantener una dieta equilibrada y libre de excesos, realizar ejercicio físico…
- Limitación de la sobreinformación: La situación actual de los medios de comunicación nacionales e internacionales, se caracteriza por una incesante cantidad de noticias relacionadas con el coronavirus: medidas de prevención, datos actualizados segundo a segundo, etc. Esta información es necesaria para estar actualizado de las últimas novedades del gobierno, de las que es importante estar informado, pero no podemos dejarnos llevar por la sobreinformación. Poner límites a las horas empleadas a informarse de la situación es necesario, siendo aconsejable establecer una hora al día e informarnos, siempre, por medios fiables.
- Reducción del estrés: establecer una rutina de actividades agradables para reducir el estrés. Es de vital importancia mantener las aficiones o situaciones que nos resultan positivas. Estas ejercen un gran papel en nuestro bienestar, suponiendo un gran punto de inflexión en nuestro estado de ánimo. Si las actividades elegidas no se pueden realizar por las medidas, es conveniente buscar nuevas experiencias placenteras.
- Mantenimiento de una vida social activa: a pesar de las limitaciones impuestas por nuestros dirigentes, y de la necesidad de llevarlas a cabo, es necesario seguir en contacto con nuestros allegados. En la actualidad, hay muchas herramientas para poder sustituir la socialización física mediante el uso de las nuevas tecnologías: videollamadas, redes sociales, cursos online, etc.
- Permiso para sentir y aceptar las emociones: un mecanismo de defensa muy recurrente ante situaciones que nos sobrepasan, es dejar a un lado las emociones, bloqueándolas, no permitiéndonos sentir. Tómate un tiempo todos los días para empezar a poner nombre a tus emociones: ¿Qué sientes?, ¿Cómo lo haces?, ¿Te recuerda a otras situaciones similares?, etc.
- Búsqueda de pensamientos más positivos: es necesario que fomentemos un estilo comunicativo interno más favorable, y que tratemos de empezar a fijarnos en los aspectos positivos. Una buena técnica para llevar a cabo este paso, es emplear la técnica del “Tiempo Basura”: consiste en intentar ir reduciendo los pensamientos y actitudes negativas; para ello se ha de elegir un periodo del día, que dure 15 minutos como máximo. En este tiempo, somos libres para poder verbalizar los pensamientos negativos que se nos ocurran, pero en cuanto este tiempo termina, debemos desprendernos de ellos y no podemos ocuparnos de ellos.
La situación actual está dejando una huella en la ciudadanía, en la cual está siendo fundamental dar más peso a la salud mental. Ya somos muchos los profesionales sanitarios que estamos advirtiendo de la alta necesidad de encontrar un espacio seguro donde poder desahogarnos, reduciendo así la posibilidad de que este problema conlleve que lleguemos a una situación más crítica.
Si notas alguno de los síntomas mencionados en este artículo, es el momento de pedir ayuda.