La violencia de género es el tipo de violencia dirigida a una mujer por el mero hecho de serlo, tratando de ejercer sobre ella un poder basado en la discriminación y la desigualdad entre ambos sexos; esto comprende las agresiones físicas y psicológicas, las sexuales, e incluye coacciones, amenazas y, en muchos casos, una privación arbitraria de libertad.
Las cifras acerca de la violencia de género son alarmantes, ya que una gran parte de las víctimas jamás llega a denunciar al agresor y, otra gran parte, retira la denuncia al poco tiempo de interponerla, pudiendo seguir con la relación de pareja en ambos casos.
La violencia de género no comienza de forma abrupta, ya que, si fuera así, prácticamente todas las mujeres saldrían rápidamente de esas relaciones; en cambio, comienza de forma sutil.
Leonor Walker, en 1979, en su libro “Teoría del ciclo de la violencia”, establece cuatro etapas que funcionan en forma de círculo vicioso, enredando a la víctima entre éstas, siéndole muy complicado, salir de él.
- Etapa de acumulación de tensión:
El agresor se muestra constantemente irritable y, cualquier cosa que hace la víctima, se percibe como una provocación. Los episodios de ira o enfado cada vez son más frecuentes, y la victima comienza a temer las reacciones del hombre, intentando siempre evitar cualquier problema o discusión que pueda detonar la ira de su pareja. El agresor culpabiliza a la mujer de todo lo que pasa e intenta imponer sus ideas y sus razonamientos, y ella acaba aceptando y dudando de su propio criterio.
- Etapa de explosión o estallido de la violencia:
El agresor termina explotando, pierde el control, y agrede a la mujer: verbal, físicamente, o ambas; también amenaza, y trata de dañar (y controlar) a la víctima a través de objetos que ella aprecia. La víctima no se defiende, ya que, a través de la fase anterior ha aprendido que no puede hacer nada para evitarlo. El agresor trata de aleccionar a la mujer a través del maltrato. Generalmente, tras el episodio de violencia, aunque el agresor puede reconocer lo desmedido de todo lo ocurrido, suele justificarlo en base al comportamiento de su pareja.
- Etapa de distanciamiento:
Esta fase sirve de puente entre la anterior y la siguiente. La víctima siente rechazo hacia el agresor por las agresiones recibidas, y es en este momento cuando más probable es la ruptura o salida de la relación, ya que, de alguna forma, es posible que la víctima retome fuerzas y decida buscar ayuda.
- Etapa de reconciliación o de “luna de miel”:
Llega cuando el agresor se muestra arrepentido de su conducta y actitud, y se disculpa, prometiendo cambiar y asegurando que no volverá a suceder nada parecido; se esfuerza en tener detalles, ser más cariñoso de lo que ha sido nunca, no muestra sus conductas inadecuadas, haciéndole creer a la víctima que el cambio es real e inmediato, e incluso cede a algunas de las peticiones de la mujer. Esta, termina creyendo que realmente no volverá a ocurrir, que su pareja es buena y que el amor que siente por ella, puede cambiarle. Se produce la reconciliación.
Cuando el agresor se siente seguro y realmente perdonado, vuelve a dar comienzo al ciclo. En las sucesivas vueltas, cada vez, la fase de luna de miel se va dando con menos frecuencia y durante menos tiempo, y la del estallido de la violencia, cada vez está más presente. La mujer, sin darse cuenta, se hace cada vez más dependiente, se siente más aislada, y tiene menos fuerza para luchar.
Como hemos visto, el primer paso para romper el ciclo de la violencia es buscar ayuda, ya que la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran estas mujeres (y sus hijos, si los tienen), les hace estar tremendamente asustadas. La denuncia es imprescindible para iniciar el camino de separarse del agresor. Debemos proteger a la víctima no solo de manera judicial, sino psicológica, para que comprenda este ciclo de violencia, y pueda interiorizar que el único culpable es el agresor y no ella. Por eso, como familiares o amigos/as, es muy importante detectar las señales o los indicios, ya que es posible que la víctima se haya separado de su círculo íntimo, o se haya aislado socialmente, resultándole más difícil la petición de ayuda.
Si te has sentido identificado/a en algún momento o tienes alguna duda como familiar o amigo/a de alguna posible víctima, no dudes en contactar con nosotros/as; que estaremos encantados/as de poder ayudarte.