Cuando la causa está en el pasado

“La forma más sencilla de definir el trauma es que es una experiencia que tenemos que abruma nuestra capacidad para hacerle frente” Daniel J. Siegel.

¿Alguna vez te has preguntado por qué sigues reaccionando ante determinadas situaciones de la misma manera? ¿O por qué no consigues superar una depresión que arrastras desde hace años?

Ana es una mujer de 36 años, trabajadora, comprometida y con éxito en su vida profesional. Sin embargo, aunque le gustaría, es incapaz de mantener una relación de pareja duradera. Cada vez que sus relaciones se hacen estables, Ana siente un miedo intenso y una angustia inexplicable que le llevan a abandonar la relación. Ana sufre pensando que está condenada a quedarse sola.

Jesús tiene todo lo que él cree que necesita para ser feliz: familia, amigos y un trabajo estable. No obstante, se siente triste, ansioso y no consigue sentirse en paz consigo mismo; está deprimido sin saber por qué. Ha ido a terapia consiguiendo mejora en determinados aspectos, pero permanece esa sensación de soledad, desesperanza y tristeza. 

Si miramos hacia atrás en la historia de cada uno, podemos ver cómo hechos del pasado están influyendo en sus emociones presentes:

El padre de Ana ha padecido la mayor parte de su vida depresión grave, lo que provocaba que no estuviera emocionalmente disponible para ella. En ocasiones, se irritaba repentinamente y gritaba e insultaba a su hija; más tarde, se arrepentía, se mostraba cariñoso con ella y le traía regalos.

Jesús sufrió humillaciones en el colegio durante años y acabó interiorizando los mensajes diarios de sus compañeros. Hoy en día, una parte de Jesús piensa que no vale nada, que no merece ser querido y que hay algo malo en él, y la otra, no entiende por qué le sigue afectando su pasado; se llama fracasado a sí mismo por no sentirse alegre y vivo.

Estamos hablando de experiencias traumáticas, pero… ¿Qué es un trauma? Es toda aquella experiencia que ha supuesto una herida en nuestra mente, en nuestra personalidad, como una astilla que permanece clavada en nuestro interior.  

No es necesario haber ido a la guerra o haber sido víctima de una violación para sufrir un trauma. Haber sido objeto de burlas en el colegio, haber sufrido una ruptura complicada de pareja, haber fracasado en un proyecto laboral o haber tenido unos padres ausentes durante tu infancia pueden suponer un fuerte impacto en la persona, rompiendo todos los esquemas de un mundo seguro. Estas vivencias se quedan almacenadas en nuestro interior, pero no están solas, sino que están acompañadas de aquellas sensaciones, emociones y pensamientos que surgieron en el momento del evento traumático. Así, pueden haber pasado diez años de aquella situación y ante cualquier atisbo de posible amenaza nuestro cuerpo aún reacciona como si estuviera ocurriendo otra vez el mismo acontecimiento. Una parte de nosotros sabe que eso ya pasó, pero otra se encuentra congelada mirando al pasado. 

Ahora, en el presente, vemos cómo nuestras relaciones no funcionan —como Ana—, que estamos deprimidos/as, que aunque ya no se rían de nosotros/as ni nos insulten, seguimos pensando que no valemos nada y sentimos vergüenza de nosotros mismos/as —como Jesús—, o de cómo a pesar de haberlo intentado no conseguimos encontrar un trabajo decente. Vemos cómo hemos sentido ansiedad durante años, o hemos acabado desarrollando un trastorno de conducta alimentaria. Estos son sólo algunos ejemplos de las posibles manifestaciones que pueden tener los recuerdos de eventos traumáticos no procesados, los cuales quedaron grabados en nuestro cerebro, como esa marca en la piel que te dejó aquella caída cuando eras un niño/a, pero de forma más profunda. 

Nos preguntamos por qué no nos sentimos bien, por qué actuamos de una forma que no nos gusta, nos criticamos por ser como somos… pero si abrimos la mirada y vemos más allá, comprobaremos cómo nuestra historia pasada tiene conexión con lo que nos está sucediendo en el presente. 

La terapia EMDR es una terapia centrada en el trauma que permite acceder a los recuerdos traumáticos que están conectados a los síntomas actuales, transformarlos y elaborarlos, construyendo así un nuevo presente. 

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